El Otro en la Memoria Histórica
A lo largo de la construcción del
Estado Argentino se ha planteado como mayor inconveniente que tipo de ciudadano
queremos para identificar la Nación. Frente a la múltiple variedad de Culturas
Americanas provenientes del mestizaje llevada a cabo por la conquista, es
difícil encontrar un ser único nacional Argentino. El indígena como “Otro” es y
ha sido integrado o excluido a lo largo de este proceso, ya sea con el respeto
a las costumbres que planteaban Belgrano y San Martin o la única opción de
integración al sistema productivo capitalista llevada a cabo por Julio
Argentino Roca.
La búsqueda de reconocimiento de
la identidad indígena no ha sido tarea fácil ya sea desde la Conquista, la Revolución
de Mayo o desde la Construcción del Estado Argentino. Los avances que habían
tenido los pensamientos de nuestros próceres se disgregan con la difusión de la
ideología Positivista de fines del siglo XIX. Desde los orígenes, la visión del
mundo que tiene occidente no encaja en la concepción bíblica cuando aparecen
los pueblos originarios, hay un fuerte rechazo hacia el “OTRO”. La dominación
se sostendrá mediante escuelas que sustenten la desigualdad, influenciadas por
Darwin y el Determinismo Geográfico de Vidal de la Blache: “El mundo evoluciona desde los organismos inferiores a los superiores
con grados de libertad progresivos que en casos de las sociedades humanas les
posibilita importantes niveles de dominio sobre el medio[1]”
Estas posturas llegaran a
Argentina de la mano de Sarmiento y se reproducirán a lo largo del tiempo desde
la utilización de la categoría Indio hasta la justificación de explotación y
dominio de la frontera, como dice Leopoldo Lugones: “Si el exterminio de Indios resulta provechoso para la raza blanca ya es
bueno para ésta; y si la humanidad se beneficia con su triunfo, el acto también
tiene de su parte a la justicia[2]”
La condena histórica que se ha realizado en cuanto a la manifestación de seres
inferiores ha sido producto del desconocimiento de sus sistemas y formas de
vida. Extraña inferioridad de estos pueblos que tenían características
científicas superiores que los Españoles. Los Sistemas agrícolas como el Inca,
desarrollaron Terrazas de cultivo en el norte Argentino superior al Arado que
habían traído los españoles. Estos, por desconocimiento no tomaron el sistema
decimal como los Quipus por ejemplo que según Brailovsky: “A pesar del avance de la computación, hoy ningún país tiene
información tan actualizada[3]”
O mejor aún el sistema de seguridad era ejemplar, ya que ningún niño y anciano
quedaba sin protección del Estado Inca.
La justificación de la dominación
racial hoy no tiene sustentos científicos, pero la dominación y exclusión de
grupos indigenistas es un tema a debatir. Tener sus pertenencias en museos nos
llevan a plantear que existen otros tipos de apropiación de su cultura. La
intención de crear un Museo llevó a la mercantilización de ciertos patrimonios
considerados “exóticos” por Ambrosetti, palabra que tiene un sinónimo de
extranjero: “Los museos actuales no deben
ser ni parques temáticos ni los circos de fines del siglo XIX que recaudaban
dinero exhibiendo indios como si fueran exóticos objetos de la naturaleza[4]”
A la hora de repensar nuestra
Memoria Histórica nos quedamos con la frase que aparece en el museo Ambrosseti:
“CURIOSA PARADOJA DE OCCIDENTE QUE NO PUEDE CONOCER SIN POSEER Y NO PUEDE
POSEER SIN DESTRUIR”
[1]
Varela, 1999, P.54. Citado por Chiozza Margarita Elena; Carballo Cristina
Teresa. Introducción a la Geografía. Buenos Aires; Quilmes, 2006, Pág. 40
[2]
Lugones Leopoldo. El imperio Jesuítico. Comisión argentina de Fomento
Interamericano. Buenos Aires, 1945.
[3]
Brailovsky Antonio. Memoria Verde. Buenos Aires; Sudamericana,1991, Pág. 29.
[4]
Jose Antonio Pérez Gollan y Andrea Pegoraro. La Repatriación de un Toi Moko. Relaciones de la Sociedad
Argentina de Antropología XXIX, 2004. Buenos Aires.