Las nuevas ideas
que fomentaron la radicalización política.
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Por Ramón Nicolás Henriquez
La lucha durante
la guerra fría desatada en el marco este-oeste proveyó un cuadro de referencia para
un enfrentamiento ideológico en escenarios del tercer mundo o países denominados
por las potencias como “subdesarrollados”. La formación de organizaciones
armadas a partir de la Revolución Cubana y en respuesta al modelo económico capitalista,
produjo una vía de escape de resistencia al dominio imperialista hegemónico de
los Estados Unidos y la Unión Soviética. Por otro lado se formaron cuadros
armados de militares tanto en Francia como en Norteamerica que atentaron contra todo
aquello que sea considerado "Subversivo" o Comunista. Este enfrentamiento dual
entre FFAA y Grupos armados alienta una lógica llamada “Teoría de los dos
demonios” hoy en día está descartada por los ámbitos académicos. Este patrón de
comportamiento estaba sustentado en intenciones de eliminación del comunismo a
través de organismos de defensa de EEUU. Bajo la presidencia de Mc Carty, hay
una paranoia que Comunista puede ser cualquiera. El pentágono proporcionó desde
armamentos, instrucción militar y mecanismos de inteligencia hasta financiamientos
de carácter económico. En cambio la URSS se negó a expandir la revolución más
allá de sus fronteras, a diferencia de Cuba que alentó la insurgencia armada
con la “Guerra de Guerrillas”. Teniendo en cuenta el contexto desarrollado ¿Cuáles
fueron las ideas que alentaron una matriz de radicalización política en la
década del 60 y 70 en América Latina y qué papel cumplió EEUU en esta lucha antisubversiva? ¿Cuál es el rol y comienzo de la violencia en este contexto latinoamericano?
¿Qué incidencia tuvieron los populismos como resistencia de masas frente a las
dictaduras militares?
Había un
escenario nuevo de disputa Latinoamericano, pareciera que estaba todo dado en
este contexto mundial: Descolonización de Asia y África, Revolución cultural
China, La Revolución Cubana en 1959, La guerra de Corea, La guerra de Vietnam,
la liberación de los países que integran el bloque soviético en Europa del este
y procesos de resistencia a dictaduras militares feroces en América Latina
Desde lo
económico el presidente de EEUU Kennedy intenta apuntalar las economías
latinoamericanas para detener el avance del Comunismo. Desde el desarrollo
económico de Rostow se plantea luchar contra el comunismo desde la economía
misma y parafraseándolo expone que el comunismo caerá en los países donde haya
pobreza por tanto EEUU debía tomar la iniciativa de luchar no sólo en lo
militar, sino también en lo económico. Establecer fronteras ideológicas
militares y económicas. En palabras de Cardoso y Faletto: “EEUU se convirtió en banquero, accionista de empresas industriales, y
de servicios y en gendarme del mundo”[i].
Implementa en la década del 50 el programa “Alianza para el progreso”, modelo
económico Desarrollista. Ejemplo de ello será Arturo Frondizi y Joao Goulart en
Brasil. Algo que para el Che: “La Alianza
para el Progreso es un modo de refrenar lo irrefrenable[ii]”
Es decir, procesos revolucionarios que estaban en el germen de Latinoamérica.
La política de
alejamiento de relaciones con Estados Unidos alentó a golpes militares como los
de Onganía y Blanco por vía Autoritaria que siguieron con el mismo plan
económico Desarrollista y acrecentaron el plano represivo. Los sucesivos golpes
que comienzan en Latinoamérica sobre todo en la década del 60´ o “Planteos
militares”, estarán vigentes en la segunda etapa del siglo XX. Estos golpes no
tuvieron como función primordial terminar con la guerrilla sino como diría
Cesar Ctach: “La necesidad de extirpar de
raíz: 1) Los comportamientos colectivos 2) la transgresión micro social; 3)
Gobiernos reformistas y tibios con los transgresores”[iii]
El fin primordial fue destruir las acciones colectivas de resistencia que
ponían en jaque al sistema Capitalista.
La represión y la
Guerra Fría abren paso para el surgimiento de organizaciones armadas formadas en
los centros urbanos fabriles y rurales. Estos movimientos se encontraban en
consonancia con gobiernos ilegítimos, apoyados por Burguesías nacionales y
extranjeras. Los grupos Burgueses y oligárquicos latinoamericanos responden al
capital foráneo y a los intereses de EEUU. Hay un apoyo económico norteamericano
para financiar las dictaduras militares y programas en el exterior. EEUU constantemente
renovó su Doctrina Monroe, ya sea con la Diplomacia del dólar, el Corolario
Roosevelt y la Doctrina de Seguridad Nacional. Estos organismos de defensa de
sus intereses y la lucha contra el “enemigo interno” y la “Infiltración
Marxista” actuaron en la denominada “periferia” del sistema capitalista, una
periferia que la izquierda latinoamericana acusaba de que el atraso se debía a
la explotación de un centro hegemónico dominante y que mientras más atraso
mayor estaban dadas las condiciones para la revolución.
La Teoría de la
Dependencia difundida por Raúl Prebisch y la reformulación de la doctrina de la
iglesia católica con el Concilio Vaticano II promovió nuevos modos de entender
y combatir en los pueblos de la izquierda latinoamericana. Los intelectuales
tienen un compromiso con la realidad social: Fanon y Sartre escriben en función
de la resistencia anti-colonizadora. Se originaron nuevas luchas poniendo en el
centro al sujeto como transformador posible de la Historia y del mundo
material. Teoría y praxis van de la mano en las nuevas corrientes de
pensamiento de resistencia. Los jóvenes contienen un espíritu romántico y la
lógica del altruismo partisano en dar el todo por la revolución. Era una
especie de cruzada. Hay una posición dual con respecto a la resistencia: Por un
lado partidaria de la violencia y por otro vía democrática como el caso Chileno
con Allende. Para Tcaht: “En Argentina la
izquierda no suponía un peligro en términos electorales”[iv]
Esa matriz
ideológica no es ajena a las necesidades sociales e históricas que atravesaba
el tercer mundo tanto en lo intelectual, lo cultural, lo económico y lo
político. No era conveniente esta inestabilidad latinoamericana para el bloque
Capitalista ya que alentaba: “condiciones
para la incubación de la subversión interna comunista o para la incubación de
corrientes nacionalistas populares[v]”
Hubo una fusión
populista con la izquierda latinoamericana intelectual, un socialismo que busca
y reformula su pensamiento tradicional europeizante con intenciones de reflejar
un pensamiento nacional a través de Hernández Arregui o Abelardo Ramos. Sentimientos
Anti-norteamericanos que se unen y reflejan en los escritos de Ernesto Guevara
de la Serna. En los trabajos de “El Che” las condiciones para la transformación
de la Historia son de tipo estructural, tanto objetivas como subjetivas, es
decir: “…hambre del pueblo, la reacción
frente a esa hambre, el temor desatado para aplacar esa reacción popular y la
ola de odio que la represión crea”[vi].
Dictadura, miseria humana y toma de conciencia como pilares, en
contraposición de Oscar Teran que está
en desacuerdo de las condiciones sociales para la transformación de la historia
planteando que el estructuralismo: “lucía
incapaz de albergar una teoría idónea para explicar nada menos que el cambio
histórico”[vii]
. Si bien no es una teoría idónea, aun así, el estructuralismo y sobre todo el Che
remarcan las condiciones objetivas particulares de cada sociedad para el
desarrollo de la praxis. El “Che” Toma de Sartre al sujeto revolucionario como
transformador de la estructura, plantea el método de la violencia armada como
transformación de la Historia: “La teoría del foco” con la Guerra de
Guerrillas. El hombre nuevo y las masas deben ser conducidos a través de la
Vanguardia. En contraposición de la violencia no desestima la transformación histórica
a través de la vía electoral como la de Salvador Allende en Chile. Son
diferentes vías de llegar al Socialismo.
Tanto Pilar
Calveiro como Cesar Ctach coinciden que las burguesías de Latinoamérica no
tenían la capacidad de llegar al poder mediante elecciones democráticas, lo
cual su único método ilegitimo de defensa de sus intereses fueron las dictaduras
militares que asumieron mediante golpes de estado. A partir de 1961 se crea la
Conferencia de Ejércitos Latinoamericanos (CEA) donde se comienza a estudiar al
enemigo interno y la Subversión. La intención es generar una guerra contrarrevolucionaria.
Para contrarrestar los dichos de Mao (planteaba que la guerrilla debía moverse
como un pez en el agua). En vez de combatir al enemigo en sí, Estados Unidos
tomó una medida indirecta, es decir, combatir
al enemigo sacándole el agua al pez: recolectar información, estudiar al
enemigo, buscar el apoyo de la sociedad civil a través de los medios de comunicación,
tener la mente y los corazones de la población, formar servicios de
inteligencia con el fin de obtener información a través de la aplicación de
torturas. Este mecanismo represivo tendrá origen en la escuela Francesa y
Estadounidense en Indochina y Argelia. Militares Latinoamericanos y Argentinos
lo aplicaran a raja tabla, teniendo un rotundo éxito en romper con lo que ellos
consideraban: “subversión”. En palabras de Ernesto Lopez: “Estados Unidos adquiría el derecho de instalar una misión militar en la
comandancia suprema de la respectiva fuerza armada latinoamericana con el
pretexto de supervisar el empleo del material facilitado por el Programa de
ayuda militar y colaborar en la educación e instrucción de los cuadros y tropas
nacionales[viii]”
La eliminación del Subversivo implicaba controlar todos los organismos y modos
de propagación ya sea en sindicatos o en la escuela pública. Subversivo puede
ser cualquiera: “la acción subversiva
afecta todos los campos del quehacer nacional”[ix]
El éxito en cuanto a doblegar a la sociedades de resistencia en los 60´ y
70´ llevan al presidente Reagan a realizar una vuelta de tuerca en 1980
intentando combatir al comunismo desde las elecciones democráticas y generando
dependencia a través de deuda externa. El trabajo en Sudamérica ya había sido
realizado.
La
matriz dicotómica de la violencia que se desliza entre el surgimiento del
Terrorismo de Estado y la resistencia armada, podemos encontrarla a través de
la proscripción del Peronismo y las dictaduras en América latina. Una ruptura
entre burguesía, capital y movimiento obrero que propicio un clima de
resistencia popular y lucha armada. Previamente no había conflicto ya que según
Gino Germani, alude a la irracionalidad de las masas como participación
política en el movimiento peronista. Despectivamente desestimando la
autonomización y la toma de decisiones como sujeto trabajador transformador de
la historia. Murmis y Portantiero realizan una crítica a Germani planteando que
los populismos lograron orientar integralmente a la sociedad desde el estado a
través de una alianza de clases entre viejos y nuevo obreros. El populismo rompe
con la “sociedad tradicional oligárquica” por una “sociedad industrial”. Surge
un nuevo sujeto histórico que se encontraba relegado de la participación social,
económica y política. Parafraseando a Laclau, Nora Merlin plantea que: “El
populismo se plantea como una identidad producida desde el discurso, concebido
como un sistema que reclama igualdad de derechos en la reivindicación de sus
diferencias” Este reclamo de derechos sentó las bases de radicalización
política en los 60´ y 70´.
Viejos y nuevos
obreros se unen en un sindicalismo combativo que estará vigente a lo largo del
siglo XX y se orientará en otras corrientes como el Socialismo Nacional: “Existe una relación de continuidad entre
populismo y socialismo”[x]
Laclau plantea que estas masas se encontraron identificadas por los líderes
populistas porque estos movimientos articularon un discurso que resolvieron las
necesidades sociales de la población. Estos líderes representaron la solución a
las demandas reflejadas de una cadena de equivalencias que estaban vigentes en
los reclamos de las masas. La perdida de la identidad fue el grito y la lucha
armada como mecanismo de reivindicación.
[i] Cardoso F. y E Faletto,
Dependencia y desarrollo en América Latina. México: Siglo XXI, 1986, Subdesarrollo,
periferia y dependencia”. Pág. 172.
[ii] Ernesto Guevara, “Guerra de
Guerrillas: un método”. En: Obras completas. Pág. 61
[iii] Cesar Tcach, “Entre la lógica
del partisano y el imperio del Gólem: dictadores y guerrilleros en Argentina,
Brasil, Chile, y Uruguay”, en: Quiroga, Hugo y César Tcach, Argentina
1976-2006. Entre la sombra de la dictadura y el futuro de la democracia”,
Rosario, Ediciones Homo Sapinens, 2006. Pág. 128
[iv]Cesar Tcach, OP. Cit. Pág. 132
[v] Ernesto López, Seguridad
nacional y sedición militar. Buenos Aires, Legasa, 1°parte, 1987, “la oferta
externa”, Pág. 59
[vi] Ernesto Guevara, “Cuba:
¿Excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista?”, En: Obras
Completas (Tomo 1) Buenos Aires, Distribuidora Baires, 1974, pág. 5.
[vii] Oscar Teran, nuestros años
sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina (1956-1966).
Buenos Aires, El cielo por asalto-Imago Mundi, 1993 (3° edición), Cap. V
(“Marxismo, populismo, nueva izquierda”), Pág. 110
[viii] Ernesto López, OP. Cit, Pág. 59
[ix] Ministerio de Cultura y
Educación. Buenos Aires, Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a
nuestro enemigo, 1978. Pág. 16.
[x] Moira Mackinnon y Mario Petrone, “Los complejos de la cenicienta”. En:
Moira Mackinnon y Mario Petrone (Comp.), Populismo y Neopopulismo en América
Latina. El problema de la cenicienta, Buenos Aires, Eudeba 1999, Pág. 18
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